mayo 27, 2009

Ancelotti, aún sin decisión


Carlo Ancelotti ha revelado detalles de sus encuentros secretos con Roman Abramovich en un libro escrito en colaboración con Alessandroi Alciato. El italiano también dijo que podría ser el nuevo entrenador en Stamford Bridge la próxima semana, aunque eso no dependerá de una decisión propia, sino de la junta directiva del AC Milan: "Mi futuro será mucho más claro para todos después de la reunión que tenga con dirigentes del Milan cuando termine el campeonato. Si la sociedad me lo pide, estoy dispuesto a quedarme", dijo Ancelotti.

Ancelotti estuvo en Roma en la presentación de un libro biográfico, en donde sus declaraciones entorno al Chelsea atrajeron la atención de los presentes. Ancelotti hizo declaraciones espectaculares, desde su disgusto por Jose Mourinho, al que definió como un provocador, hasta su deseo de contratar a Franck Ribery y Xavi Alonso para el Chelsea. Desde el hecho de comenzar a aprender inglés desde hace un par de años –y se dice que en dicha conferencia demostró no ser el mejor estudiante de ese idioma, e incluso Carlo bromeo diciendo: "Llevo dos años estudiando inglés, pero con pocos resultados. Quizás sea culpa de mis maestros..."- hasta el hecho de ser “sobre el papel” técnico de los blues desde hace un “largo tiempo”.

Ancelotti habló de todos los ofrecimientos de trabajo en los últimos años, y de que no ha dejado el club debido a que es “su familia”. En el capítulo inicial, titulado ‘Llamado por Abramovich – los comienzos’, él narra dos encuentros con el dueño del Chelsea el año pasado. Uno en Genova y el otro en Paris, y se compara a sí mismo con James Bond. A continuación, un extracto:

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El taxista (en Paris) estudiaba mis expresiones faciales desde su espejo retrovisor. Él parecía estar buscando una respuesta, pero no le di ninguna, al menos en ese momento. En ese momento era alguien que estaba partiendo de una manera clandestina, como si hubiese visitado a una amante prohibida. Una extraña sensación, una sensación que no es familiar en mi.

Ser entrenador del Milan no es una misión secreta, pero ahí estaba yo, a modo de un agente 007, sentado tras el conductor con un rostro de asesino. Más que un taxi aquello esa como una máquina del tiempo, de Milanello a Stamford Bridge, del ayer al mañana, de un diablo al otro. Y yo estaba allí, en Paris, yendo a una reunión con Roman Abramovich, el ruso que ha venido de ninguna parte sino de arriba –de un lugar lejano en lo que a mí concierne-, el millonario dueño del Chelsea. Él estaba buscando un nuevo entrenador.

Nadie sabe esto, pero esto ya lo he visto en otro lugar, un par de semanas atrás. En Suiza, en un gran hotel en Genova, en las afueras del centro de la ciudad. Podría decir el nombre, pero temo que no lo recuerde bien. Debe ser mi edad.

Estaba de vacaciones en el lago, relajandome enel agua dulce despues de la amargura de haber caído en la Champions League con el Milan. Abramovich vino a mí, fue algo bueno, pero ¡cuántos guardaespaldas! Algunos de ellos me acompañaron para el encuentro con el gran jefe y con Peter Kenyon. La reunión se completaba con un abogado y un interprete.

Nos sentamos y nos saludamos el uno al otro cordialmente, y entonces comenzamos a hablar. Siempre acerca del fútbol, y solo de fútbol. Era mayo de 2008. Abramovich quería saber todo de mi, de mi modo de trabajar, mi filosofía. Él buscaba construir un equipo con una identidad precisa: “como el Manchester United, Liverpool, Milan, ciertamente no como mi Chelsea.”

Mientras hablábamos, mi curiosidad crecía. Él no era el monstruo que los periódicos me habían descrito. La primer cosa que note fue su timidez. Lo segundo fue su gran conocimiento acerca del fútbol. La tercera su hambre, su bulimia: “Querido Ancelotti, quiero ganarlo todo, TODO”. Eso me recuerda otro presidente. Él me dejo una muy grata impresión. La hora paso volando, y en ese tiempo jamás hablamos acerca de dinero. “Adiós, nos vemos pronto”, dijo al final.

Asi pues, estamos de vuelta, en Paris. Jorge V, el gran hotel a dos pasos de los Campos Eliseos, una espectacular terraza con vista sobre Paris, y en esta caso, también sobre Londres.

Abramovich y yo, Segundo acto. Nadie debería saber nada, todos estuvimos de acuerdo. Yo tenía unos lentes de sol. Así parecía tener la expresión de un típico agente secreto. Me percate de que nadie tomara fotos en la entrada al hotel. El día de ayer, a unos pocos minutos de aquí, Massimo Moratti se encontraba con Jose Mourinho.

No quiero tener el mismo final. El camino es libre, nada sospechoso. Puedo entrar. Pero, no, f**k. ¡No lo puedo creer! Justo en la esquina veo a Federico Pastorello, un agente italiano que conozco muy bien. Me escondo. Me alejo lo más que puedo, pero entonces me encuentro con otro conocido, un amigo y colega. Otro técnico italiano que trabaja en una ciudad ocupada (el entrenador de la Roma, Luciano Spalletti, que también se había encontrado con la gente del Chelsea aquel día).

Me reí. “¿qué está pasando aquí?” “No, ¿qué estás haciendo?” Me reí de nuevo. Todo esto comenzó a cobrar sentido, me sentí como en un supermercado. Todos los que estaban allí fueron a hablar con la misma persona, y quizá no éramos sino parte de una lista de compras. Una banca para dos, para tres, para cien, ¿quién sabría cuantos?

El encuentro con él (Abramovich) fue en el primer piso. Él estaba en una sala de conferencias y le acompañaba la misma gente que había estado en Genova, ahora estaban sentados alrededor de una mesa. Inmediatamente las cosas me parecieron claras.

“Tengo contrato con el Milan. Estoy muy a gusto allí, y un eventual acuerdo con el Chelsea solo puede suceder si el Milan también está de acuerdo”, les dije. De nuevo, sólo hablamos de fútbol. ¿Cómo jugaría el Chelsea en el caso de que yo me convirtiera en su entrenador?

“Presidente, su equipo es muy físico, debes de poner más calidad en la media cancha”, le dije. Le di dos nombres: Franck Ribery y Xabi Alonso. Jugadores que podrían generar muchas felicidades.

Él pensó en un tercer nombre, el de Andry Shevchenko, quien estaba carca de suy corazón, y era fácil de ver. “No puedo entender porque él no está jugando, porque desde que el llegó a Inglaterra no ha sido el verdadero Sheva, él tiene dificultades”, dijo. “presidente, no puedo saber la razón”, le respondí. Y hablamos y hablamos aún más,

Me pareció que hablar con Abramovich fue muy fácil. No me hizo sentir incomodo en ningún momento, incluso cuando dijo en voz baja: “Sólo hemos perdido la final de la Champions League y la Premier, en verdad no puedo estar satisfecho. Chelsea no tuvo personalidad. Tengo la ambición de ganar toda competencia en la que mi equipo participe. A mi equipo en este momento no lo reconozco.”

Él piensa mucho acerca de los resultados y del fútbol bonito. Otros cuarenta minutos volaron y concluyeron con un “Gracias Ancelotti, nos encontraremos de nuevo.” Ninguna oferta financiera. OK, todo claro, por ahora ninguna oferta. Un par de horas después, el teléfono sonó. “Hola, soy (Adriano) Galliani (Vicepresidente del Milan). Paris es muy bonito, ¿o no?” Pausa. “¿Cómo te va en tu escapada?” Él sabía todo. Como Moratti y Mourinho un día antes.

Yo le dije. “Vine a hablar con Abramovich. Cuando el presidente de un club de esa importancia te llama, es justo al menos ir y encontrarte con él.” -“No importa, de cualquier modo no vas a dejarnos.” –“No quiero hacerlo.” – “Y no te veré marchar.” –“Sólo tenía curiosidad de encontrarme con un hombre de tanta importancia, pues no tengo la intención de dejar Milan.” En ese momento estábamos muy bien juntos.

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[Al final del libro Ancelotti narra los eventos más recientes]

Era el primero de abril de 2009. Las siete de la noche, yo estaba pensando en Inglés. Después de un día de trabajo di una entrevista a Sky Italia, recuerdo cada palabra:
“Tengo contrato hasta el 2010, por lo tanto me quedaré. Pueden divulgar que permaneceré aquí.”
“¿Cuántas mentiras dirás?”, me preguntaron.
“Unas pocas, solo para defenderme”
“Y si te veo de nuevo dentro de unos cuantos meses, ¿desenmascarare tus mentiras?”
“Claro, lo veremos en un par de meses.”

Era un modo seguro de decir que me marcharía. Había estado tomando clases de inglés por largo tiempo, pero no han funcionado. Tengo tres sesiones por semana. Soy un estudiante modelo.

Esa tarde había respondido las preguntas con el rostro severo, porque sabía que ese día me encontraría con Galliani en Via Turati (las oficinas del Milan). La misma situación ocurrió el año pasado. Había recibido una oferta indecente del Chelsea y comenzaba a sentir escalofríos. Fue una sorpresa.

Cuando nos encontramos dije: “Escucha Galliani, necesito decirte algo. Podría ser el entrenador del Chelsea”. El dijo: “No hay duda; no puedes hablar acerca de eso.” Fue la misma respuesta que me dio cuando le hable de una situación similar con el real Madrid.

“¿Entones buscarán retenerme?”
“Por supuesto”, dijo.
Respondí: “Necesito una decisión definitiva al final de la temporada, después del 31 de mayo”

Miramos la televisión y allí estaba SU Mourinhity, comparándose él mismo con Jesús. Pensé : “Olvida sus pecados, no sabe de lo que está hablando.”

También estaba pensando en el Chelsea. Confieso que he mirado mis DVD’s de John Terry, Frank Lampard y Didier Drogba. Era ya el entrenador de los blues sobre el papel. Pienso que hay cosas peores en la vida que yo y Abramovich reuniéndonos. Lo peor para él [Abramovich] ya ha pasado, y se ha ido. Él ya trabajo con su especial, Mourinho.

http://www.dailymail.co.uk/sport/football/article-1188368/Ancelottis-Chelsea-suicide-note-Carlo-lets-fly-revelations-doomed-Bridge.html

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